En los siguientes doce meses, los panistas parecen haber entendido sólo que parecían el partido a vencer. La pugna interna entre los aspirantes a la candidatura presidencial se exacerbó.
El meollo del asunto
Hoy, el panorama triunfal de 2016 ya no existe. Una derrota aplastante que llevó al partido al cuarto lugar en el Estado de México y otra derrota —preliminar e impugnable, sin duda— en Coahuila, no permiten a los panistas destapar la champaña. Perdieron parte de lo ganado.
Hoy, el panorama triunfal de 2016 ya no existe. Una derrota aplastante que llevó al partido al cuarto lugar en el Estado de México y otra derrota —preliminar e impugnable, sin duda— en Coahuila, no permiten a los panistas destapar la champaña. Perdieron parte de lo ganado.
Tanto Margarita Zavala como Rafael Moreno Valle anunciaron públicamente su legítima aspiración a la candidatura. Sus grupos no dudaron en hacerle la guerra al de Anaya.
No se ve que haya prudencia suficiente ni en el anayismo ni en el calderonismo ni en el morenovallismo para procesar su contienda interna sin llegar a las divisiones.
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