En un campo de unos 30 metros de largo y 15 de ancho, con porterías hechas con guadua (gruesas cañas de bambú), doce guerrilleros disputan una pelota de microfutbol pintada con los escudos de los principales clubes del balompié colombiano.
A lo lejos se vislumbra el escenario de la Décima Conferencia Nacional Guerrillera, en el remoto paraje El Diamante en las sabanas del Yarí, donde el viernes pasado, después de seis días de deliberaciones, los rebeldes aprobaron el acuerdo de paz negociado con el ejecutivo de Juan Manuel Santos.
David Preciado intenta gambetear a un rival. Este guerrillero trigueño llama la atención porque le falta el brazo izquierdo, que perdió en 2010 tras recibir seis impactos de bala en una emboscada del ejército en La Julia, en el central departamento del Meta.
El barro dificulta sus movimientos, un poco oxidados porque hace más de una década que no pateaba un balón. Normalmente "no tenemos permiso de jugar por la cuestión de orden público", explica a la Afp.
David Preciado intenta gambetear a un rival. Este guerrillero trigueño llama la atención porque le falta el brazo izquierdo, que perdió en 2010 tras recibir seis impactos de bala en una emboscada del ejército en La Julia, en el central departamento del Meta.
El barro dificulta sus movimientos, un poco oxidados porque hace más de una década que no pateaba un balón. Normalmente "no tenemos permiso de jugar por la cuestión de orden público", explica a la Afp.
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