Carlos Loret de Mola en su columna Historias de Reportero, apunta que en la Secretaría de Economía calculan que las empresas estadounidenses que se benefician del TLC van a cabildear en la Casa Blanca y van a convencer a Donald Trump de no meterse con el tratado.
En la Secretaría de Turismo esperan que la depreciación del peso mexicano vuelva más atractivo el destino de nuestro país, por encima de la imagen de violento que promueve el presidente electo.
En la Secretaría de Agricultura pronostican que pueden explicarle bien-bien al próximo inquilino de la Casa Blanca que el TLC tiene beneficios para los consumidores de ambos países y no vale la pena meterse con él.
El meollo del asunto
Vamos, hasta la oposición más dura al régimen, en la figura del líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, promueve que hay que mantener la tranquilidad, que todo va a estar bien.
El presidente Peña Nieto va a la cumbre de mandatarios en Perú y ahí se expresan seguros de que pueden salir adelante sin Estados Unidos, y que en una de esas se anclan a China, como si reorientar una economía regional fuera tan sencillo como preparar de comer hoy hamburguesas y mañana arroz frito.
La clase política mexicana sí se creyó eso de que Donald Trump fue, al estilo de San Pablo en su camino de Damasco, estrujado por un rayo que lo tumbó del caballo y le llevó a descubrir que debe ser un moderado.
Aquí la columna
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