Ricardo Raphael, en su columna Política Zoom, de El Universal, señala que Las declaraciones del señor Agustín Carstens del lunes pasado le produjeron el peor sabor gástrico. “Fuimos al cine y vimos los cortos, pero a partir de enero va a correr la película”.
Varios diarios internacionales retomaron la profecía del todavía director de nuestro banco central como un consejo para alejarse cuanto antes de esa bomba de tiempo llamada México.
El País, Bloomberg News, Business Insider, Asian Breaking News, Global Times, Huffington Post, sólo por mencionar unos cuantos medios, citaron textual la poco razonable frivolidad carstensiana.
¿Era de veras tan buena la frase que el director del Banco de México no pudo guardársela? ¿Calculó las consecuencias de su boconería? ¿Será que sus neuronas ya se fueron a Suiza?
El meollo del asunto
Lo que descoloca con mayor preocupación es el auditorio que escogió este agorero para comunicar su visión de la debacle. No quiero ponerme sentimental ni patriotero. Pero, como parte de una generación que ha vivido varias crisis económicas, no puedo ignorar lo que sé: el capital no tiene patria.
Y menos la tendrá el selecto grupo de mexicanos, dueños del capital, si el funcionario responsable de otorgar estabilidad a la moneda mexicana decidió abandonar la moderación para asustar auditorios relevantes con monstruos sacados de las novelas de Stephen King.
Es probable que el señor Carstens no se haya enterado, pero el capital mexicano está concentrado en un puñado de personas. El 1% tiene en su bolsa el 25% de la riqueza y el 10% es dueño del 60% de los activos económicos del país.
Si este hombre no se calla pronto, a esos privilegiados les darán ganas de mudarse también a Suiza.
Aquí la columna
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