Raymundo Rivapalacio en su columna Estrictamente Personal, de El Financiero, recuerda que nunca, en lo que va de su administración, el presidente Enrique Peña Nieto ha recurrido a sus predecesores para pedirles una opinión sobre los temas, problemas o dificultades del momento, como cualquier otro mandatario en cualquier otro país lo hace.
Peña Nieto no considera que sea relevante o que le ayude, y prefiere escuchar a los mismos consejeros de siempre.
Esa patología en la toma de decisiones sólo le ha traído derrotas y dolores de cabeza.
El meollo del asunto
Lo que más lo tiene preocupado es la frágil relación con el gobierno de Estados Unidos y lo dubitativo sobre cómo superar la crisis diplomática con el presidente Donald Trump. La confusión sobre las capacidades y fortalezas de México y su histórica aversión al riesgo y al cambio, lo tiene en buena medida en esta situación.
El miedo y la falta de arrojo de su gobierno frente al que quiere someterlo son notorios, y su poca disposición a escuchar experiencias en situaciones difíciles previas, le impide acumular conocimiento que lo ayude en la toma de decisiones. Quienes lo asesoran no tienen la experiencia para enfrentar negociadores con oficio.++++++
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