lunes, mayo 15, 2017

Colusión de militares, de alcaldes, de Pemex y del sindicato en el problema del huachicol

Carlos Loret de Mola en su columna Historias de Reportero, de El Universal, considera que en Palmarito, Puebla, los huachicoleros tienen eso que a los especialistas les encanta llamar “cobijo social”. 
La gente convive con ellos, se nutre de ellos, los protege, se amalgama, se convierte. Ahí donde el Estado no llega, el robo de combustible se ha vuelto la alternativa.
En las últimas semanas, hay una tentación oficial de justificar su incapacidad de combatir a los huachicoleros en el hecho de que hay ciudades enteras donde se mueven a sus anchas, porque la sociedad se los permite… y todo mundo se lleva su tambo de combustible ilegal.


El meollo del asunto

Pero el asunto del robo de combustible va mucho más allá de un ama de casa que se beneficia de un par de bidones y es capaz de salir a la calle para exigir que no se metan con lo suyo.
Desde finales del sexenio pasado y a inicios de este, en Pemex se reforzó la inversión en un área de inteligencia para tratar de disminuir la ordeña de ductos. 
A pesar de responder a dos administraciones federales de distintos partidos —la panista de Felipe Calderón y la priísta de Enrique Peña Nieto—, las conclusiones fueron las mismas: había colusión de personal del Ejército, de alcaldes, de funcionarios de Pemex y de integrantes del sindicato que encabeza el senador priísta Carlos Romero Deschamps. 

Aquí la Columna

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