Entre quienes hablan por teléfono se ha hecho habitual la frase: “No te lo puedo decir por aquí. Lo hablamos cuando nos veamos”.
Y, cuando se ven, ponen sus celulares en otra habitación para asegurarse de que no los graben.
El meollo del asunto
En todas las oficinas públicas de algún peso es normal que los celulares sean recogidos antes de empezar una junta o una conversación entre dos.
He visitado cuatro oficinas donde me han recogido el teléfono. En dos de ellas había además una estación de radio con volumen suficiente para dificultar nuestra propia conversación. Era para entorpecer también las grabaciones de terceros.
En un desayuno con un connotado empresario, lo primero que pasó el mesero fue una caja donde poner los celulares.
El hecho tecnológico es que el espionaje está al alcance de innumerables agencias públicas y privadas. El hecho cotidiano es que innumerables instancias públicas y privadas graban impunemente a quien quieren.
En todas las oficinas públicas de algún peso es normal que los celulares sean recogidos antes de empezar una junta o una conversación entre dos.
He visitado cuatro oficinas donde me han recogido el teléfono. En dos de ellas había además una estación de radio con volumen suficiente para dificultar nuestra propia conversación. Era para entorpecer también las grabaciones de terceros.
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Aquí la columna
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Lamentablemente eso ha sucedido en toda la Historia, por eso fueron las reformas de Calderon, y las de telecomunicaciones de Peña Nieto, con el fin de dar de alta a todos los usuarios, de hecho todas las compañías telefónicas dan toda la información que requieran los gobiernos, ni siquiera es necesario pegasus, las compañías tienen todo lo que el gobierno necesita y gratis, bueno no con una concesioncita millonaria y su respectivo diezmo.
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