Y en los recientes comicios del Estado de México, entre el ruido de una elección viciada desde las campañas y las impugnaciones de efecto aún incierto, hay cosas que empiezan a quedar claras:
Los partidos que hicieron alianzas y compitieron en coalición con otras fuerzas políticas se fortalecieron y obtuvieron de sus aliados, por pequeños que éstos fueran, una votación que hizo la diferencia; en contraste, los partidos que por soberbia, exceso de confianza o compromisos inconfesables decidieron no hacer alianzas y compitieron solos no tuvieron ese extra de votación que les hizo falta.
El meollo del asunto
Si el PRI pudo sacarle 3 puntos de ventaja a Morena —a reserva del recuento y los tribunales— no fue por el carisma o el fingido puño de su candidato Alfredo del Mazo; fueron sus aliados, el Panal, PVEM y PES los que aportaron al priísta una cantidad de votos (al menos 7 puntos) sin los cuales habría sido superado y perdido
En contraste, la decisión de Morena de competir solo y rechazar cualquier alianza con partidos de izquierda, atribuible toda a Andrés Manuel López Obrador, fue una equivocación.
López Obrador entendió muy tarde que ante lo cerrado de la contienda necesitaba aliados para rebasar al PRI. Pero cuando quiso convencer al PRD y a Juan Zepeda de que declinaran en una alianza de facto por Delfina, además con un tono de prepotente ultimátum, no logró nada y se tuvo que conformar con la tardía declinación del PT que no alcanzó a trasladarle votos a Morena.
Si el PRI pudo sacarle 3 puntos de ventaja a Morena —a reserva del recuento y los tribunales— no fue por el carisma o el fingido puño de su candidato Alfredo del Mazo; fueron sus aliados, el Panal, PVEM y PES los que aportaron al priísta una cantidad de votos (al menos 7 puntos) sin los cuales habría sido superado y perdido
En contraste, la decisión de Morena de competir solo y rechazar cualquier alianza con partidos de izquierda, atribuible toda a Andrés Manuel López Obrador, fue una equivocación.
López Obrador entendió muy tarde que ante lo cerrado de la contienda necesitaba aliados para rebasar al PRI. Pero cuando quiso convencer al PRD y a Juan Zepeda de que declinaran en una alianza de facto por Delfina, además con un tono de prepotente ultimátum, no logró nada y se tuvo que conformar con la tardía declinación del PT que no alcanzó a trasladarle votos a Morena.
Aquí la columna
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