jueves, marzo 17, 2016

Independientes: difusos, pero potentes; la democracia necesita su energía

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, considera que quizá la objeción más penetrante que puede hacerse a los candidatos independientes es que, al final, si quieren prosperar, o si prosperan, tendrán que tomar la forma de un partido, y comportarse como tal.
Nada desearía yo más que ese destino para el difuso pero potente movimiento independiente. Nada querría tanto como que, después de un éxito electoral, o camino a él, el movimiento diera lugar a un nuevo partido, el partido de los muchos mexicanos talentosos que no caben hoy o no quieren caber en los partidos existentes.


El meollo del asunto

Le haría mucho bien a la democracia mexicana tener toda esa energía extra puesta al servicio de un esfuerzo común, ojalá también de una agenda común, para pelear por el gran pedazo de los votos que está en la mesa para ellos (36% según la encuesta de El Financiero).
Entiendo las críticas que se hacen a los independientes como un animal difuso, de procedencias no siempre claras. Lo que no entiendo es que no haya la misma mirada intensa y exigente para el triste menú de nuestra partidocracia.
Puestos a comparar capacidades e intereses, hay en la partidocracia más franquicias comprobadamente impresentables que candidatos independientes de cuya eficacia, intenciones o patrocinios haya que dudar por principio.

Aquí la columna

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