Puede ser misoginia al revés, pero para mí la condición de género, el hecho de que la mayoría en el video sean mujeres añade una dimensión atroz a esta cuidadosa y desalmada inquisición orientada a demoler a la víctima con una tortura sin límite de tiempo: paciente, fría, rutinaria, impersonal.
El meollo del asunto
Lo primero que uno se pregunta viendo este video es dónde aprendieron esto la mujer soldado y la mujer policía.
Lo que hacen no es fruto de la ocurrencia, sino del método. Aprietan a la víctima, aflojan, la amenazan con lo que sigue si no habla, le ponen la punta de un arma larga en la cabeza, le preguntan si quiere de nuevo la bolsita de plástico con que la han asfixiado, o la agüita con que la han ahogado.
¿Dónde aprendieron esto?
El video ha removido en mí, absolutamente, el tema de la violación de derechos humanos por el Ejército, la Marina y la Policía Federal en estos años siniestros de la guerra contra el narco.
Lo primero que uno se pregunta viendo este video es dónde aprendieron esto la mujer soldado y la mujer policía.
Lo que hacen no es fruto de la ocurrencia, sino del método. Aprietan a la víctima, aflojan, la amenazan con lo que sigue si no habla, le ponen la punta de un arma larga en la cabeza, le preguntan si quiere de nuevo la bolsita de plástico con que la han asfixiado, o la agüita con que la han ahogado.
¿Dónde aprendieron esto?
El video ha removido en mí, absolutamente, el tema de la violación de derechos humanos por el Ejército, la Marina y la Policía Federal en estos años siniestros de la guerra contra el narco.
Aquí la columna
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