La Hora Cósmica
Por Cosme Haces
Termina el primer mes de campaña y la contienda ya se convirtió en una cena de negros.
Dos de los cinco candidatos acaparan la atención de los medios: el panista Antonio Gali y la abanderada del PRI, Blanca Alcalá.
¿Brillan por sus acertadas propuestas de gobierno? No.
Están en el candelero porque resulta interensantísimo ver quién gana en el concurso en que se han enfrascado para determinar quién es el peor, el más corrupto y el más transa.
El fin de semana resultó de antología.
Abruptamente, el paseo triunfal que era la campaña de Antonio Gali, con su amplísima ventaja en las encuestas, se convirtió en un infierno.
Alguien dió la orden, leo que Manlio Fabio Beltrones, de lanzar una "blitzkrieg" contra el panista, y la guerra relámpago lo hizo blanco de un bombardeo inmisericorde.
El viernes amaneció con la noticia en Reforma, de que el candidato había duplicado su fortuna en seis años, de manera un tanto turbia, y tenía una casota de 70 millones de pesos.
El diario ya no soltó a su presa en todo el día.
Veneno
Dosificó la información en su portal a lo largo del viernes.
Gali, mientras tanto se fue de emergencia a la Ciudad de México para un recorrido por medios nacionales, un "road show" como le dicen, en un intento de control de daños mediático.
Su ausencia, que le impidió participar en el encuentro con universitarios, al que sí asistieron los otros candidatos, les permitió a estos, y lo ventiló oportunamente Reforma, condenar el enriquecimiento inexplicable del panista, que para entonces ya había pasado de presunción a verdad incontrovertible.
Los candidatos exigieron que Gali rindiera cuentas del origen de su fortuna.
A esta demanda se adhirieron poco después diputados priístas, que pidieron una investigación por parte de las autoridades federales, exigieron al panista que presentara su declaración 3de3 y sembraron la duda, soltaron el veneno de que posiblemente en los bares cuya propiedad le atribuyen, se violaran los derechos humanos de las mujeres que ahí trabajaban.
La respuesta del PAN fue tibia en una primera reacción.
El vocero de la campaña de Gali, el senador Javier Lozano, restó importancia al asunto y argumentó que no había problema en el enriquecimiento del candidato, porque su familia era rica de siempre.
Antidoping
Para el domingo, al fin, su contrincante Blanca Alcalá se decidió a dar la cara: la priísta convocó a rueda de prensa en la que no admitió preguntas y repitió las imputaciones ya reseñadas en la prensa: atribuyó a Gali un departamento en Miami, un jet privado, un penthouse en La Vista y en Las Palmas, así como centros comerciales y restaurantes.
Pero fue más allá, exigió al panista hacerse una prueba antidoping.
La mosquita muerta había revivido.
Lo hizo en mal momento, porque el revire del PAN fue contundente: Javier Lozano anunció también en conferencia de prensa, que el partido presentaría una demanda penal ante la PGR contra Alcalá por los delitos de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, cohecho, tráfico de influencias y peculado.
Para la noche del domingo, el asunto había pasado ya de simples versiones periodísticas, a demandas directas entre candidatos.
Ahora ellos deberán demostrar sus acusaciones.
A ver quién es más pillo.
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