Pero más allá de ahuyentar la posibilidad de un nuevo incendio, la maniobra supone una señal clara de que el presidente quiere despejar el camino a su partido para las presidenciales de 2018 y evitar que, tras las muertes de Nochixtlán, el conflicto dé más combustible al líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
En plena tensión negociadora con la radical y levantisca Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Gobierno mexicano blandió su gran baza, la revisión de la reforma educativa, en otra mesa y con otro interlocutor. La maniobra le permitió ofrecer algo que había negado durante años sin tener que dar la sensación de haber cedido ante los maestros disidentes.
La oferta gubernamental es de calado. Por primera vez aceptó cambiar la ley, aprobada en 2013 por la mayoría del Parlamento, admitió la necesidad de modificar las evaluaciones docentes, uno de los puntos calientes de la reforma, y como remate ofreció un aumento salarial del 3,5%.
La oferta gubernamental es de calado. Por primera vez aceptó cambiar la ley, aprobada en 2013 por la mayoría del Parlamento, admitió la necesidad de modificar las evaluaciones docentes, uno de los puntos calientes de la reforma, y como remate ofreció un aumento salarial del 3,5%.
Todo un paquete al que añadió un calendario concreto: una semana para presentar un nuevo modelo educativo y 45 días para el rediseño de los exámenes a los profesores.
Aquí el reportaje
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