José Cárdenas en su columna Ventana, de El Universal, afirma que el verdadero desastre del deporte nacional no viene precisamente de nuestros atletas, sino de “mero” arriba; responsables son quienes privilegian la política y los viajes en grande con cargo al erario en vez de cuidar la preparación de los deportistas.
Con buena dosis de cinismo, Alfredo Castillo Cervantes, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) ofrece muy buenos pretextos y muy malas cuentas ante el bajo rendimiento de los mexicanos en Río.
El meollo del asunto
Dice que su oficina vale madre, que sólo es una agencia de viajes… ¿útil para conseguir a su “novia”, Jacqueline Tostado, increíble paquete vacacional, con entradas VIP a cada evento, uniforme oficial incluido?
Acostumbrado a ejercer poderes absolutos, intenta poner orden en el deporte; cuida centavos y gasta pesos. Cae gordo a la mafia de federativos mercenarios que han convertido al deporte en cochinero.
Castillo, chiquillo consentido de Los Pinos, dejó de ser Virrey de Apatzingán para convertirse en Mirrey, chico de Ipanema. Recibió el cargo como un regalo de su amigo Peña Nieto por servicios prestados desde épocas idílicas en el Estado de México.
Aquí la columna
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