La senadora ha convencido al nuevo dirigente nacional del PRI quien, literalmente, ayer fue novateado en su primera visita a Puebla. Forastero en el propio partido que dirige, inmerso en el proceso de conocer a las fichitas bajo su mando, fue secuestrado por el dúo Blanca-Estefan para que escuchara su visión de los vencidos.
El meollo del asunto
Enrique Ochoa Reza se dejó conducir cómodamente en ese camino. No demandó cifras ni pidió explicaciones. Un ejercicio de autocomplacencia. Los críticos no fueron invitados, y ya que llegaron, no los dejaron pasar.
Lo mismo ocurrió en la comida con los medios de comunicación, en la que Don Henaine causó desesperación por sus intervenciones locuaces que invariablemente terminaban con petición de cárcel para Moreno Valle.
Ochoa Reza no quiso ni pudo escuchar versiones alternativas de la derrota por 11.7 puntos. Y compró acríticamente la versión de la “violencia política de género”.
Aquí la columna
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