Ochoa y Camacho —el señor de los relojes— saltan a la arena como el hijo desobediente: echando mano a sus fierros como queriendo pelear; dispuestos a matar o morir en el intento, por órdenes de arriba, con tal de destruir a quienes encabezan —en la fotografía del momento— la carrera por la Silla del Águila.
El meollo del asunto
Los argumentos de Ochoa y Camacho cuestionan los haberes de López Obrador y Margarita Zavala. Dicen que ambos han sacado ventaja al auspicio del poder; que uno y otra ocultan riquezas mal habidas; que ambos tienen las manos sucias: Andrés Manuel desde que fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y Margarita, por haber sido beneficiaria de la corrupta administración de su esposo, Felipe Calderón…
Ambos notables tricolores parecen olvidar un principio elemental del derecho: quien acusa tiene la carga de la prueba por encima de la retórica beligerante, quien lo ignore se arriesga a la difamación… y todo cuanto maldigan se les puede retachar.
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