Murió como vivió: como le dio la gana, ejerciendo sin límites su autonomía y su libertad, siempre su libertad, tanto en el ámbito público como en el privado.
La última nota que firmó, aparecida ayer en Milenio en su columna dominical Se descubrió que…, lleva por sarcástico título: “Podemos adivinar el futuro”.
El meollo del asunto
Fue escrita el 4 de agosto, hace dos meses. Anticipa con claridad meridiana que se despediría del mundo ayer, por voluntad propia.
Hace todo ese tiempo, por lo menos, que González de Alba había decidido morir ayer, 2 de octubre, la fecha que marcó su vida y marcó también su muerte, como dice Diego Petersen en una exacta semblanza del Luis González de Alba de los últimos tiempos, aquejado más por el vértigo que por el sida.
Fue escrita el 4 de agosto, hace dos meses. Anticipa con claridad meridiana que se despediría del mundo ayer, por voluntad propia.
Hace todo ese tiempo, por lo menos, que González de Alba había decidido morir ayer, 2 de octubre, la fecha que marcó su vida y marcó también su muerte, como dice Diego Petersen en una exacta semblanza del Luis González de Alba de los últimos tiempos, aquejado más por el vértigo que por el sida.
Aquí la columna
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