Me gustaba su forma de escribir, su atrevimiento, su valemadrismo frente a los clichés, su desafío a lo establecido, su “salvaje libertad”, como la llamó Héctor Aguilar Camín.
El pasado domingo me pasó una cosa muy extraña relacionada con él. De repente apareció en mi messenger un mensaje de Luis González de Alba. Estaba fechado el 5 de marzo pasado, a las 9:02 de la noche.
Leí en la pantalla del celular:
“Paco: como sabes vivo en GDL, y como quizás no sabes mi familia padece de ‘vértigo postural paroxístico’: una súbita pérdida de equilibrio que te hace sentir que todo te da vueltas. Es incapacitante.
Lo transcribo porque me parece que es un valioso testimonio de cómo se sentía. No dudo que esa enfermedad haya sido el motivo principal de su suicidio.
Aquí la columna
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