jueves, diciembre 29, 2016

Muerte de Debbie Reynolds revive escándalo y explica drogadicción de la futura Princesa Leia

Puede que la súbita muerte de la gran Debbie Reynolds mientras preparaba el funeral de su hija, Carrie Fisher, sea esa muestra del amor filial que según aireó la propia Carrie en su novela autobiográfica Postales desde el cielo (1987) su madre nunca sintió por ella, relata el diario español El Mundo


No hace falta ser el doctor Freud para saber que cuando su padre, el actor y cantante Eddie Fisher, las abandonó en 1959 para irse tras Elizabeth Taylor en medio de uno de los escándalos más sonados del Hollywood de la época, Carrie, a la sazón una niña de cuatro años, buscó en ella un afecto que Debbie, despechada con Eddie, brindó a Harry Karl, un magnate del calzado con el que se casó en 1960. 
Y cuando éste se vio en la ruina por su ludopatía, llegó un tercer esposo, Richard Hamlett.
Con todo, madre e hija se reconciliaron en Esas chicas fabulosas, un telefilme de 2001 dirigido por Matthew Diamond sobre un guion de Carrie Fisher en el que se aludía abiertamente a los viejos resentimientos. Debbie Reynolds, Elizabeth Taylor y Joan Collins, otra de las grandes devoradoras de hombres de aquellos días, eran sus protagonistas. 
Ahora bien, todo ese buen rollo de la propuesta televisiva no fue óbice para que Carrie, siempre que le preguntaban al respecto en los encuentros de los fanáticos de Star Wars a los que acudía, respondiera sin ningún problema que su padre "se pasó al lado oscuro de la fuerza" y su madre "se casó con un millonario".
Prueba irrefutable de que todos los divorcios tienen consecuencias irreversibles sobre los hijos, fue el trastorno bipolar de la futura princesa Leia Organa. 
Al menos, así lo estimaba ella misma en sus páginas y en los innumerables foros sobre desórdenes psíquicos a los que acudió, una y otra vez, en un inequívoco intento de exorcizar su drama. 
En base a ello, puesta a buscar esas justificaciones que siempre se buscan para las adicciones, cuando se venía arriba fumaba marihuana para sosegar la euforia espuria. Por el contrario, cuando se derrumbaba, para crecerse, esnifaba cocaína. Y así, en ese arriba y abajo, desde la adolescencia.

Aquí la narración de El Mundo

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