Eduardo Rivera Pérez no podrá ser ni gobernador, ni senador ni diputado federal, ni alcalde ni regidor, ni nada.
Tiene posicionamiento, aliados, recursos. Podría, pero los próximos dos años de su vida los va a pasar tramitando amparos en el Poder Judicial federal para combatir la inhabilitación que ayer le impuso la Comisión Inspectora y el viernes ratifica el pleno del Congreso.
El meollo del asunto
Si bien le va, tumbará las sanciones y podría estar listo para competir por algo en 2021.
Si mal le va, y no logra hacerlo, su regreso a la vida política podrá fijarse hasta después del 2029, cuando su nieto ya sea mayor de edad.
La designación de delegado del CEN en la crucial elección del Estado de México no le consiguió la inmunidad que deseaba. Fue un escudo chafa.
El morenovallismo, acostumbrado a jugar al límite, no dio un paso atrás. Por las buenas bueno, por las malas mejor.
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