Todo es “compra este producto”, “usa este jabón”, “compra este refresco”, “vota por mí en las elecciones”.
No hay: “cumple la ley”, “educa a tus hijos”, “respeta los derechos de los demás”, “ahorra agua y energía”, “mantén limpia tu calle”, “no abuses de niños y mujeres”, “no robes”, “no secuestres”, “no mates”.
No hay: “cumple la ley”, “educa a tus hijos”, “respeta los derechos de los demás”, “ahorra agua y energía”, “mantén limpia tu calle”, “no abuses de niños y mujeres”, “no robes”, “no secuestres”, “no mates”.
Estos mensajes elementales de buena conducta no están en los medios, no son parte del sonido de nuestra sociedad, de nuestra pedagogía pública ambiental.
Es obvio que millones de ciudadanos la necesitan. Porque millones hacen todos los días cosas contrarias a lo que deben hacer para mejorar su propia vida, y la vida de quienes les rodean, empezando por quienes más quieren.
La pedagogía que intentemos desde la escuela será siempre coja mientras no la complete una pedagogía ambiental, colectiva, socializada a través de los medios y pagada, impulsada, sostenida por el gobierno y por la sociedad.
Aquí la columna
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