No es un tarea nueva para Moreira, quien desde las entrañas del tricolor, en su faceta como presidente del CEN, hizo pactos oscuros y avaló medidas que a la postre significaron la muerte política de su partido.
Puebla es un claro ejemplo de lo anterior.
Puebla es un claro ejemplo de lo anterior.
El meollo del asunto
En el 2011, recién entrado el gobierno de Moreno Valle, Humberto Moreira le facilitó el camino para que, con el voto de los legisladores priistas locales, se aprobara una ley electoral a modo que fortaleciera al nuevo grupo hegemónico y le permitiera mantener el control político del estado por muchos años.
Moreno Valle quería que se diera una reunión pública con Moreira, en algún lugar de moda, para que se dejara un claro y contundente antecedente y se enviaran los pertinentes mensajes a la clase política local y nacional. Y así se hizo.
El encuentro fue conocido posteriormente como “el Pacto del Estoril”, considerado a estas alturas como el acuerdo que significó la debacle del PRI poblano y su muerte como partido hegemónico en la entidad.
En el 2011, recién entrado el gobierno de Moreno Valle, Humberto Moreira le facilitó el camino para que, con el voto de los legisladores priistas locales, se aprobara una ley electoral a modo que fortaleciera al nuevo grupo hegemónico y le permitiera mantener el control político del estado por muchos años.
Moreno Valle quería que se diera una reunión pública con Moreira, en algún lugar de moda, para que se dejara un claro y contundente antecedente y se enviaran los pertinentes mensajes a la clase política local y nacional. Y así se hizo.
El encuentro fue conocido posteriormente como “el Pacto del Estoril”, considerado a estas alturas como el acuerdo que significó la debacle del PRI poblano y su muerte como partido hegemónico en la entidad.
Aquí la columna
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