En la tradición priista, las embajadas para políticos sólo tienen dos significados: jubilación dorada o exilio. O como diría un tricolor en los años dorados del partidazo: una embajada se acepta pero no se agradece.
El meollo del asunto
La versión de la designación difundida por Mario Alberto Mejía, ocurre cuando según otros columnistas como Jorge Rodríguez, se cocinaba un acuerdo interno entre Blanca Alcalá y Enrique Doger como punteros en las encuestas, para repartirse la candidatura al gobierno y la alcaldía de Puebla capital, desplazando de la negociación a Lastiri.
De ser cierto ese acuerdo con Doger, la embajada llega en el peor momento, cuando a la senadora ya se le había despertado el ‘apetito’ por volver a contender por la gubernatura.
En ese sentido, enviarla a Colombia tiene un objetivo claro: exiliarla para sacarla de la jugada del 2018.
Aquí la columna
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