Al parecer, los agraviados aseguran que en el mundo de las instituciones de inteligencia nacional “alguien” los vigila mediante la utilización de un software llamado Pegasus, fabricado en Israel, que sólo se vende a gobiernos para asuntos de seguridad interna.
El meollo del asunto
Dentro del gobierno, a ese “alguien” se le ocurrió la idea de que los organismos no gubernamentales representan una amenaza contra las instituciones y por lo tanto se les debe aplicar el mismo tratamiento que a los cárteles de la droga o las bandas de huachicoleros, a pesar de que esas organizaciones de la sociedad civil han fungido —a lo largo de casi seis años— como referencia, fuente de propuestas y contrapeso necesario ante resistencias naturales de la estructura del Estado para abrirse y ofrecer información.
¿O será que precisamente por eso los espiaron?
¿Organizaciones incómodas como el Instituto de salud Pública, El Poder del Consumidor, ContraPESO, Cultura Ecológica, Artículo 19, Causa en Común, o el Centro de Estudios s Espinosa Yglesias, deben ser tratados como bandas criminales?
¿Organizaciones incómodas como el Instituto de salud Pública, El Poder del Consumidor, ContraPESO, Cultura Ecológica, Artículo 19, Causa en Común, o el Centro de Estudios s Espinosa Yglesias, deben ser tratados como bandas criminales?
Aquí la columna
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