Por el otro, Manlio Fabio Beltrones, quien renunció a la presidencia del PRI tras las derrotas en 2016 en la contienda de 12 gubernaturas, donde ofreció su cabeza al presidente como un sacrificio para que ajustara el rumbo de su gobierno, que tanto daño había causado en las urnas.
Peña Nieto lo ignoró y sólo Beltrones pagó costo de la humillación.
El meollo del asunto
Beltrones, que probablemente tiene más prestigio hoy en día dentro del PRI que Peña Nieto y todo su gabinete juntos, fue crecientemente presionado por los cuadros más experimentados del partido para que definiera su posición y dijera qué quería.
Beltrones, que probablemente tiene más prestigio hoy en día dentro del PRI que Peña Nieto y todo su gabinete juntos, fue crecientemente presionado por los cuadros más experimentados del partido para que definiera su posición y dijera qué quería.
Buscaban tener en él la cabeza del desafío a Peña Nieto, pero rechazaba las presiones. Hasta después de las elecciones en el Estado de México podría darse un posicionamiento, insistía a quien le preguntaba.
Finalmente, esa definición se dio en una entrevista con Reforma, donde anticipó que definirá si compite por la candidatura presidencial después de la Asamblea Nacional del PRI en cinco semanas, pero advirtió de que su partido no puede servir de "taxi" de aspirantes sin identidad partidista.
Aquí la columna
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