Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, apunta que los primeros anuncios del nuevo gobierno brasileño anticipan un camino argentino: ajuste del gasto, despidos, medidas duras.
El déficit público de Brasil es del orden de 10% del Producto Interno Bruto. La gran crisis mexicana de los años 80, que sumió a México en una ola de inflación y bajo crecimiento que duró diez años, fue por un déficit fiscal de 16%.
El personaje estelar del gabinete brasileño es el ministro de Economía, Henrique Meirelles.
Sus primeras palabras han sido cautas, pero inequívocas: hay que “cambiar de rumbo” para salir de la crisis.
El meollo del asunto
Hay que reformar las pensiones, esto es: reducirlas, porque gravitan imposiblemente sobre el gasto corriente.
También hay que subir impuestos: los brasileños pagan ya muchos impuestos, pero la prioridad del gobierno es el equilibrio fiscal. “Y si para ello es necesario subir los impuestos, lo haremos”, dijo Mereilles.
El equilibrio fiscal les costará a los brasileños lo que el sinceramiento de los precios a los argentinos: inflación, pérdida de poder adquisitivo, baja del ingreso familiar, frustración, rabia, sudor y lágrimas.
Los hombres, dice Maquiavelo, olvidan más pronto la muerte de su padre que una pérdida de su patrimonio.
Aquí la columna
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