jueves, mayo 26, 2016

Nuño, peleonero, intolerante y violento, sería el sucesor en la monarquía restaurada

Raymundo Rivapalacio en su columna Estrictamente Personal, de El Financiero, afirma que en una monarquía, como evoca la restauración del PRI de la era de Enrique Peña Nieto, el sucesor del presidente tendrá que ser Aurelio Nuño, su secretario de Educación.
En una monarquía priista, el presidente no hereda a su hermano –Carlos Salinas pasó por encima de Manuel Camacho, y José López Portillo sobre Javier García Paniagua, en los casos más claros de los últimos 40 años–, sino a su hijo.


El meollo del asunto

Nuño es adoptado porque incursionó en la política como asesor del diputado Enrique Jackson hace más de una década, y recibió del actual secretario de Hacienda, Luis Videgaray, su impulsó definitivo. Inteligente, Nuño voló por méritos propios, y después de observarlo durante tres años, Peña Nieto decidió que era tiempo que saliera a la arena pública, desde donde construye su candidatura. El joven Aurelio, no por razones biológicas sino por falta de kilómetros recorridos en la política, ha mostrado en la Secretaría de Educación lo mejor que ha enseñado ser: peleonero, intolerante y violento.

Aquí la columna

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