El meollo del asunto
El sistema, se han quejado los especialistas, está sobreregulado, pero tiene como bases evitar que los partidos que tienen más y mayor acceso a los recursos, desequilibren los procesos y, al mismo tiempo, establecer parámetros tan estrictos que, quienes sin tener esas posibilidades financieras tienen el arrastre electoral suficiente para derrotar a los Goliat del sistema político mexicano, puedan ser acotados y deshidratados en su financiamiento, con lo que se reducen sus posibilidades de triunfo.
Las reglas son tan rígidas que sucede algo obvio: se pueden romper.
Aquí la columna
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