Para convencerlo, prometió lealtad eterna y hasta protegerlo de los enemigos que lo pudieran acechar.
Solo que el escorpión poblano fue más ambicioso que el de la fábula original.
Una vez que cruzó el río, picó a muerte a su gentil ayudante.
Solo que el escorpión poblano fue más ambicioso que el de la fábula original.
Una vez que cruzó el río, picó a muerte a su gentil ayudante.
Pasados los años, volvió a requerir de un apoyo para que lo cruzara un nuevo y caudaloso río que lo separa de Los Pinos.
Cautivador y embustero, encontró que el resucitado partido accediera a cruzarlo, solo que esta vez sí cayó en la tentación de su naturaleza y cuando apareció el torbellino, no dudó en enterrar su aguijón, dictando así su condena de muerte.
Comparativamente, los actos de corrupción y la inminente desviación de recursos del gobierno panista de Rafael representan el picotazo de la traición a su partido y del que se derivó su muerte política.
No podía ser de otra manera. Era su naturaleza.
Aquí la columna
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