Por Cosme haces
Fueron 12 horas de confusión y desinformación.
Al final, sólo había una certeza: había seis muertos en Oaxaca y varias decenas de heridos.
Había una evidencia más: el gobierno había perdido la batalla de la información.
La comunicación gubernamental sobre los disturbios en Oaxaca, sufrió ayer una aplantante derrota.
Las redes sociales apabullaron con profusión de fotos, y versiones más o menos disparatadas sobre los acontecimientos que prácticamente se estuvieron siguiendo en vivo, para que prevaleciera la idea de que en Oaxaca se estaba llevando a cabo una operación represiva contra los maestros y la población.
Los medios, por su parte, fueron dosificando la información a lo largo de la jornada, con profusión de fotos y detalles que no permitían sin embargo hacerse una idea de la situación real que prevalecía.
El gobierno fue incapaz de articular un discurso informativo que explicara el porqué de sus acciones.
Por ejemplo, mientras los medios, agencias internacionals incluidas, difundían fotos de policías federales armados y disparando. La Comisión Nacional de Seguridad difundía un boletín donde se aseguraba que los agentes no estaban armados.
La aclaración vino muy tarde: La Policía Federal admitió que sí efectavamente había enviado un grupo con armas de cargo, para hacer frente a grupos que incitaban a los disturbios y estaban disparando.
La Policía Federal había caído en una emboscada.
Tarde, muy tarde, porque para entonces ya se habían producido los seis muertos, el gobierno dió a conocer la intervención en los disturbios de grupos subversivos.
Narró que los manifestantes se reagruparon "de manera estratégica y, lo más lamentable, es que empezamos a oír detonaciones de arma de fuego contra la sociedad civil y contra policías".
Las crónicas periodísticas revelan también detalles significativos:
Por ejemplo, Milenio consigna la intervención de un cura que entre 8 y 9 de la mañana, con las campanas del templo en Nochixtlán, convocó a las organizaciones a movilizarse y luego las incitó a través de un megáfono.
Aparecieron encapuchados, expertos en organizar bloqueos, incendiarios de oficinas y camiones.
Pero sobre todo quedó de manifiesto la ineficacia del gobierno, tanto el estatal como el federal para hacer frente a un conflicto que llevaba semanas de gestación, y que ahora está desbordado.
La sociedad está en su derecho de pedir una explicación muy amplia de estos acontecimientos.
Y un deslinde de responsabilidades.
México quiere saber la verdad.
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Los medios, por su parte, fueron dosificando la información a lo largo de la jornada, con profusión de fotos y detalles que no permitían sin embargo hacerse una idea de la situación real que prevalecía.
El gobierno fue incapaz de articular un discurso informativo que explicara el porqué de sus acciones.
Por ejemplo, mientras los medios, agencias internacionals incluidas, difundían fotos de policías federales armados y disparando. La Comisión Nacional de Seguridad difundía un boletín donde se aseguraba que los agentes no estaban armados.
Emboscada
La aclaración vino muy tarde: La Policía Federal admitió que sí efectavamente había enviado un grupo con armas de cargo, para hacer frente a grupos que incitaban a los disturbios y estaban disparando.
La Policía Federal había caído en una emboscada.
Tarde, muy tarde, porque para entonces ya se habían producido los seis muertos, el gobierno dió a conocer la intervención en los disturbios de grupos subversivos.
Los enumeró: el Frente Popular Revolucionario (FPR); Comité de Defensa a los Intereses del Pueblo (Codep); Frente Popular Francisco Villa (FPFV); Movimiento Agrario Independiente Zapatista (MAIZ); Movimiento de Insurgencia Civil; Comuna Oaxaca; Movimiento de Unificación de Lucha Triqui (MULT) y Frente Indígena Binacional (FIOB).
Para este lunes temprano en los programas radiofónicos, se fueron despejando bastanes dudas.
El comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo narró que la policía vivió prácticamente una emboscada: los inconformes llevaban bombas molotov, cohetones y armas de fuego.
"Nos empiezan a reagrupar, empezamos a ver que traen bombas molotov, traen cohetones de muy alto poder. Tengo policías quemados de pies y manos y que perdieron los dedos", dijo el comisionado en el programa de Ciro Gómez Leyva.
Para este lunes temprano en los programas radiofónicos, se fueron despejando bastanes dudas.
El comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo narró que la policía vivió prácticamente una emboscada: los inconformes llevaban bombas molotov, cohetones y armas de fuego.
"Nos empiezan a reagrupar, empezamos a ver que traen bombas molotov, traen cohetones de muy alto poder. Tengo policías quemados de pies y manos y que perdieron los dedos", dijo el comisionado en el programa de Ciro Gómez Leyva.
El cura
Narró que los manifestantes se reagruparon "de manera estratégica y, lo más lamentable, es que empezamos a oír detonaciones de arma de fuego contra la sociedad civil y contra policías".
Las crónicas periodísticas revelan también detalles significativos:
Por ejemplo, Milenio consigna la intervención de un cura que entre 8 y 9 de la mañana, con las campanas del templo en Nochixtlán, convocó a las organizaciones a movilizarse y luego las incitó a través de un megáfono.
Aparecieron encapuchados, expertos en organizar bloqueos, incendiarios de oficinas y camiones.
Pero sobre todo quedó de manifiesto la ineficacia del gobierno, tanto el estatal como el federal para hacer frente a un conflicto que llevaba semanas de gestación, y que ahora está desbordado.
La sociedad está en su derecho de pedir una explicación muy amplia de estos acontecimientos.
Y un deslinde de responsabilidades.
México quiere saber la verdad.
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