lunes, noviembre 28, 2016

La noticia es la muerte de un dictador, enemigo de la democracia, que retuvo el poder 47 años

Gil Gamés en su columna Uno hasta el Fondo, cuenta que puso un kilo y medio de papel impreso sobre el escritorio de finas maderas y empezó a leer las noticias sobre la muerte de Fidel Castro.
En un acto no del todo inopinado, Gilga se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: pueden hacerse todos los recuentos biográficos de Fidel Castro que se quieran, pero antes que nada y antes que todo la noticia es la muerte de un anciano dictador, un enemigo de la democracia, un hombre que decidió retener el poder absoluto 47 años y luego, perdido en el laberinto de la senilidad, ceder el absolutismo a su hermano para culminar esa rara monarquía que han llamado socialismo cubano. Lo demás es lo de menos.


El meollo del asunto

Dicho lo cual: ciertamente, un día la Revolución cubana concentró en sus héroes el sueño socialista surgido de la guerrilla que alcanzó el poder en 1959 e inició la transformación política, económica y social de Cuba. Tres años después, en 1962, empezó el bloqueo y Estados Unidos impuso el embargo comercial contra Cuba. Muy pronto el sueño se había quebrado. Los defensores de la dictadura cubana, detenidos en el tiempo, estáticos, ven en el bloqueo la causa principal de la dictadura. Medio siglo en el poder, por el bloqueo; persecución y cárcel a los disidentes, por el bloqueo; prohibición de partidos políticos, por el bloqueo; un país sin elecciones libres y competidas, por el bloqueo; una tragedia humanitaria, por el bloqueo.

Aquí la columna

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