El grupo político alrededor de Enrique Peña Nieto recomendaba aprovechar al máximo el potencial de movilización electoral del magisterio y mantener como aliado a Elba Esther Gordillo, antes de cortarle la cabeza y exhibirla en la plaza pública como supuesto ejemplo del compromiso del nuevo gobierno en el combate a la corrupción.
La Maestra puso sobre la mesa de los acuerdos su capacidad de influencia sobre quienes consideraba sus “ahijados políticos” -entre ellos al gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle-, quienes podrían utilizar su capacidad de movilizar recursos materiales y humanos a favor del proyecto del mexiquense.
Peña, al principio, tuvo dudas sobre la conveniencia de sumar al mandatario poblano:
“Está enfermo de poder”, le comentó a Elba Esther, quien le prometió al candidato que no se arrepentiría de pactar con el más avezado de sus cachorros.
Hasta el momento, los acuerdos gozan de cabal de salud y su prueba de fuego será la coyuntura presidencial del 2018.
Todo parece indicar que ambos jugarán juntos, sin romper, para obtener beneficios mutuos.
Aquí la columna
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