jueves, abril 20, 2017

Javier Duarte, sonrisa de cínico, no: de un hombre acorralado y amedrentado

Raymundo Rivapalacio en su columna Estrictamente Personal, de El Financiero, expone que tan sonriente apareció en los momentos de su captura en Guatemala Javier Duarte, la estrella emergente del PRI que estalló en el cielo cuando la justicia lo empezó a perseguir por multimillonarios desvíos de dinero del erario, que en la prensa rápidamente lo llamaron “cínico”. 
Pero un experto en movimientos faciales y lenguaje de cuerpo, el maestro Raúl Quintanilla, director académico del Centro de Formación Artística de Televisión Azteca, discrepa de esa impresión. 


El meollo del asunto

Quien otrora era déspota, que bramaba y no hablaba, dijo Quintanilla, ya había perdido esa conducta, y en las imágenes distribuidas por la policía guatemalteca se le veía acorralado, amedrentado y sin tener la claridad para comprender ampliamente la situación en la que se había metido.
¿Qué sucedió entre agosto, cuando el presidente Enrique Peña Nieto le dijo que no se preocupara, y octubre, cuando lo obligaron a pedir licencia como gobernador? Duarte no lo supo nunca. No leyó que las condiciones que llevaron al Presidente a respaldarlo en verano, se habían modificado en otoño. 


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