El golpe del reo 28 resonó en el vehículo listo para abandonar raudo una calle de acceso y de salida de la Torre de Tribunales, en el corazón de esta ciudad: el político mexicano acusado de presunta corrupción quedó acostado —de frente a sus perseguidores de cámaras, luces y grabadoras— y exhibido impotente, con las piernas abiertas en una jaula móvil.
El caos cundió cuando el ex gobernador de Veracruz inició a las 12:20 horas locales (13:20 en el centro de México) un recorrido de 10 minutos a pie al salir y bajar de ese calabozo ambulante blindado.
Delincuentes le gritan
Al entrar y al salir fue recibido y despedido por un coro de mareros o pandilleros y de otros delincuentes guatemaltecos que le gritaron.
“¡Basuraaaa!”, corearon al pasar frente a ellos, retenidos en “carceletas” en el sótano de la Torre.
“¡Quiébrenlo!”, clamó alguno. “Mmmmm”, fue lo único que murmuró el mexicano, como tratando de oponer resistencia cuando un oficial de Guatemala le pidió que se quitara sus zapatos para una inspección de rigor antes de entrar a la Torre, donde fue sometido a un cateo personal minucioso de pies a cabeza en medio del asedio de la prensa.
Ni a la entrada ni a la salida el político respondió preguntas.
“¡Quiébrenlo!”, clamó alguno. “Mmmmm”, fue lo único que murmuró el mexicano, como tratando de oponer resistencia cuando un oficial de Guatemala le pidió que se quitara sus zapatos para una inspección de rigor antes de entrar a la Torre, donde fue sometido a un cateo personal minucioso de pies a cabeza en medio del asedio de la prensa.
Ni a la entrada ni a la salida el político respondió preguntas.
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