jueves, abril 20, 2017

La epidemia de los gobernadores corruptos ha crecido como la espuma en México

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, afirma que la epidemia de los gobernadores corruptos ha crecido como la espuma. Es un síntoma doble del tamaño de los abusos y de la intolerancia política y social a que este espectáculo se prolongue.
También es la evidencia, como he insistido aquí, e insisto ahora nuevamente, de un diseño institucional y una lógica de competencia política que propicia, en muchos sentidos induce, los delitos con los que sistemáticamente están siendo acusados estos gobernadores: desvío de recursos, lavado de dinero, operaciones con recursos ilícitos.



El meollo del asunto

Dice el dicho que la ocasión hace al ladrón. El diseño institucional del federalismo que reparte dinero público sin exigir cuentas es la ocasión que hace gobernadores delincuentes.
Ponga cualquiera mil pesos en la mesa de su casa y no pregunte por ellos cuando desaparezcan. Ponga luego diez mil. A la siguiente semana, ponga cien mil, en poco tiempo habrá convertido a los habitantes de su hogar en cómplices depredadores.
La ocasión institucional de tener a la mano tanto dinero suelto, no fiscalizado, creó la epidemia que nos escandaliza hoy: ocho gobernadores presos, dos prófugos, cinco sujetos a investigación y cinco que han pisado la cárcel por acusaciones descartadas o vigentes.


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