sábado, diciembre 05, 2015

Gilberto Marín y la Puebla que no es Disneylandia


La Hora Cósmica

Por Cosme Haces

Puebla es grande por su gente. Punto.
A pesar de sus gobernantes. Punto. Punto. Y punto.
Dicho lo cual, no me voy a desgastar, ni amargar la existencia describiendo lo mal que nos gobiernan, sino lo bien que los poblanos, a pesar de todo, han engrandecido a su ciudad y a su estado.
Gilberto Marín es sólo un ejemplo de ello, y lo traigo a colación, porque precisamente la nota en que AL de Puebla informaba sobre la operación de venta de su empresa P. I. Mabe, que fabrica la marca de pañales Chicolastic, a la firma global de origen belga Ontex, en 314 millones de euros, ha sido una de las más leídas en los dos meses de vida que lleva este portal.
Señal de que la gente quiere ver historias de éxito.
Ahora Gilberto Marín, a quien no conozco, anuncia la creación de dos nuevos parques de energía eólica.
El empresario, que por cierto, no hace negocios a la sombra del gobierno, no se duerme en los laureles tras su exitosa operación, sino que por lo visto, sigue creando empresas con el mismo entusiasmo con el que compró su primera máquina de hacer pañales, hace 38 años.

Sin planeación

Y así, como él, hay otros poblanos que crean riqueza y generan trabajos que llevan bienestar a las familias, sin alharaca, en una labor creativa callada, pero muy fecunda.
Por eso, me molestó un boletín de la Universidad Iberoamericana de hace unos días, en el que un experto comparaba a la Puebla actual con Disneylandia y censuraba su crecimiento sin planeación.
Me pareció una apreciación inexacta e injusta.
Injusta, porque me pregunto: qué ciudad puede tener un plan de desarrollo más o menos razonable en México, un país donde la población se ha multiplicado por cuatro en tan sólo 50 años.
Podría afirmarse que desde Fray Toribio de Benavente y el agrimensor que delineó la traza de esta ciudad, va a hacer ya cinco siglos, no ha existido otro plan urbano para Puebla.
Ellos, inspirados tal vez en la utopía de Santo Tomás Moro, proyectaron una ciudad que fue la segunda más importante de México, durante todo el virreinato y buena parte de la época independiente y moderna.
Algo debieron aprender los poblanos en tantos siglos; por eso en su momento fueron pioneros en la introducción de la revolucion industrial en México, de la Revolución Mexicana, y hay que reconocerlo, de la globalización económica actual con la industria automotriz.

Historia de éxito

Cuando vine en 1997 para la dirección del periódico AL de Puebla, el lugar de moda era La Noria; poco después Las Animas; estaba en construcción Angelópolis que al terminarse se convirtió en el punto de atracción. Hoy, de ahí hacia el sur ha surgido prácticamente una nueva ciudad, de fraccionamientos, plazas comerciales, oficinas públicas, rascacielos, universidades y hospitales.
¿Que se hicieron sin planeación?. Seguramente.
Tendría que resucitar Fray Toribio, para ponerle orden a este crecimiento, que no surgió del gabinete de los expertos, sino de la iniciativa de los poblanos.
¿Y Disneylandia?
Para qué seguir. Si una de las vocaciones económicas de Puebla es el turismo, y si el turismo busca cultura y entretenimiento, pues hay que dárselo para atraerlo. ¿Cual es el problema?
El poblano es sumamente crítico.
Tal vez por eso no se dé cuenta de que es protagonista de una historia de éxito.
El éxito de la gente de Puebla.

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