jueves, octubre 13, 2016

Una salida anunciada: parecía imposible la renuncia de Javier Duarte, pero se pudo

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, de Milenio, aborda el caso de Javier Duarte y señala que desde antes del proceso electoral de junio eran varias las voces cercanas que planteaban, unos la conveniencia, otros la necesidad de su salida.
Y quien escuchaba esas voces insistía en que no podía separarlo por una decisión política, que era necesario un soporte jurídico, que se dio a la tarea de buscar hasta que se le integraron dos averiguaciones previas en la PGR de la que se derivaron los dos primeros pasos: suspensión de militancia priista y solicitud de licencia, que ayer mismo presentó y aprobó la Comisión Permanente del Congreso de Veracruz, lo que no finaliza este caso.


El meollo del asunto

Al contrario, lo inicia en dos vertientes: en un proceso en la Cámara de Diputados para, vía un juicio de procedencia, retirarle el fuero que conserva como gobernador con licencia, y ser indiciado por los delitos de los que es investigado. De todos modos, esa protección, el fuero, se le termina a la medianoche del miércoles 30 de noviembre, que termina oficialmente su mandato e inicia el de su sucesor, Miguel Ángel Yunes, que centró su campaña, contra el mismo Duarte, al que se comprometió a meter en la cárcel.
Su caída facilita, sí, la investigación, pero al mismo tiempo a él su defensa, y en la gestión de gobierno, el proceso de entrega-recepción de uno de los cinco gobiernos más importantes del país.
Por lo pronto, la decisión que era imposible, ya fue posible.

Aquí la columna

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