El acto de cambio de mesa directiva del Consejo Coordinador Empresarial de Puebla fue el escenario donde se manifestó innecesariamente la complicidad entre parte del capital y el deseo de Rafael Moreno Valle por ser presidente de México.
El meollo del asunto
Carlos Montiel, asumió el cargo y dejó el protocolo de lado para permitir que Gilberto Marín Quintero so pretexto de un reconocimiento y regalo al gobernador en lo que fue su última asistencia a un evento de esta índole, le manifestara en voz alta lo que en privado, a sotto voce, se había gestado en los últimos meses.
Impensable que esto hubiera sucedido en el pasado con otros “líderes” del CCE, incluyendo a quienes estaban vinculados con los gobiernos y hasta formaron parte después de la administración pública.
Si había acuerdos se hacían en lo oscurito, donde no se generaba el escándalo, se buscaba un equilibrio de fuerzas contra el poder absoluto del gobernante.
Carlos Montiel, asumió el cargo y dejó el protocolo de lado para permitir que Gilberto Marín Quintero so pretexto de un reconocimiento y regalo al gobernador en lo que fue su última asistencia a un evento de esta índole, le manifestara en voz alta lo que en privado, a sotto voce, se había gestado en los últimos meses.
Impensable que esto hubiera sucedido en el pasado con otros “líderes” del CCE, incluyendo a quienes estaban vinculados con los gobiernos y hasta formaron parte después de la administración pública.
Si había acuerdos se hacían en lo oscurito, donde no se generaba el escándalo, se buscaba un equilibrio de fuerzas contra el poder absoluto del gobernante.
Aquí la columna
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