lunes, diciembre 05, 2016

La Gaviota desea que olviden su paso por Los Pinos y que pueda regresar a la televisión

Raymundo Rivapalacio en su columna Estrictamente Personal, de El Financiero, apunta que el protocolo de Los Pinos exige que a la señora Angélica Rivera se le llame primera dama, no La Gaviota, como se conoció su personaje en 'Destilando Amor', la telenovela transmitida en 2007 que le dio fama mundial. Veinte millones de televidentes se enamoraron de ella, como después Enrique Peña Nieto, con quien se casó en 2010, cuando aún era gobernador en el Estado de México. 
La Gaviota es como ella prefiere que le llamen, o simplemente Angélica, según cuenta la dramaturga Sabina Berman en un revelador texto en la revista Vanity Fair, donde narra, a partir de una fuente anónima en la casa presidencial, lo que siente, piensa y quiere la esposa del presidente. 


El meollo del asunto

Trasluce un sentimiento de traición y abandono, descuido y maltrato, junto con un deseo: que se disipen las maledicencias, que olviden su paso por Los Pinos y que pueda regresar a la televisión.
En esta versión dada o autorizada por ella –se asume por los detalles–, se victimiza y muestra la cobardía y manipulación en Los Pinos, donde en algún momento, en aquellos meses, consideraron incluso si Peña Nieto se divorciaba de ella. No, concluyeron, porque sería más alto el costo que el beneficio. La señora Rivera no parece estar dispuesta a exponerse a una nueva coyuntura. Como Lady Diana, es tiempo de iniciar la reinvención de su persona. Sinceramente, nadie puede culparla de ello.


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