jueves, octubre 20, 2016

Casos de Duarte y Padrés, principio de una revolución moral para imponer la decencia

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, considera que a querer o no, ha sucedido algo insólito: los mayores partidos del país, el PAN y el PRI, han suspendido en sus derechos políticos a dos de sus miembros: el gobernador priista con licencia Javier Duarte, de Veracruz, y el ex gobernador panista Guillermo Padrés, de Sonora.
Muchos han visto en estos actos de deslinde político formas de oportunismo al pie del cadalso: una vez que los gobernadores son indefendibles y es evidente que serán quemados en la hoguera, los partidos sacan las manos y los dejan librados a su suerte para no quemarse con ellos.


El meollo del asunto

No niego que ese es un ángulo del asunto, pero hay otro igual de significativo: bajo la presión de la opinión pública, bajo el clamor contra la corrupción y la impunidad que se ha apoderado de la imaginación y de las emociones políticas de México, los grandes partidos se han visto obligados a ceder y a entregar a dos de sus notables. Se dirá que faltan muchos. De acuerdo: faltan todos, menos éstos.
Yo veo en esto un triunfo de la opinión pública que hace ya algunos años está en el estado de ánimo de no tolerar la corrupción y la impunidad, rasgos estos los más visibles de lo que, hace ya algún tiempo, parece el principio de una revolución moral, o al menos de una revuelta, que terminará imponiendo sus reglas de decencia y transparencia sobre la vida pública de México.

Aquí la columna

++++++
SUSCRÍBETE gratis al Boletín de la Hora Cósmica. Recibirás de lunes a viernes a primera hora la información más destacada. PICA AQUÏ
++++++

No hay comentarios.:

Publicar un comentario