Un triunfo de Delfina Gómez Álvarez le mostraría a la élite en el poder la necesidad de llegar a acuerdos sustanciales con todas las fuerzas políticas ajenas a Morena, en aras de construir un enorme frente “anti-AMLO” como método único de supervivencia política y garantía de impunidad.
No existe otro camino para ellos.
De asimilar lo anterior, el presidente Peña Nieto estaría dispuesto a aliarse con Dios y con el diablo con tal de abortar de una vez y quizás para siempre, el arribo del tabasqueño a Los Pinos.
El meollo del asunto
Perfilar a un solo candidato fuerte que le compita a Andrés Manuel y fomentar el surgimiento de tres sólidas candidaturas independientes que dividan el voto de quienes dejaron de confiar en los partidos y los políticos tradicionales, sería la estrategia.
Este escenario beneficiaría a quienes mediáticamente se han erigido como potenciales oponentes de peso para López Obrador, que estén al margen del desprestigio que supone competir bajo las siglas del Revolucionario Institucional y que, a pesar de ser oficialmente opositores, han mantenido sólidas ligas con Peña y su círculo cercano.
Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala cumplen cabalmente con los requisitos.
El primero, de plano no estuvo presente en la designación oficial de Josefina Vázquez Mota como candidata a la gubernatura mexiquense.
¿La volverán a traicionar?
Aquí la columna
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