El meollo del asunto
Peña Nieto debe asumir seriamente esta realidad porque, a diferencia de sus antecesores, a estas alturas del sexenio la desaprobación a su gestión sigue creciendo. A las resistencias a sus reformas, los yerros en el mensaje para venderlas y su encapsulamiento en Los Pinos, se le conectan dos variables tóxicas: la corrupción y la percepción de que como no se había visto en décadas, es rampante y descarada. La corrupción es el elefante en la sala que el presidente no ha querido ver, que magnificó el conflicto de interés en el que cayó en la llamada 'casa blanca', que apenas reconoció como un error.
Aquí la columna
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